De "Carta a Pericles Anastasiades", Kavafis: "He intentado unir el lenguaje hablado y el lenguaje escrito, y para conseguirlo he recurrido a toda mi experiencia y a toda la intuición de que soy capaz: temblando, por así decirlo, con cada palabra"
sábado, 30 de noviembre de 2013
Metaliteratura
La meditación trata de ponerte un paso por detrás de los pensamientos y la verdadera literatura un paso por detrás de las palabras. La palabra es, a la vez, un medio y un obstáculo.
domingo, 24 de noviembre de 2013
Caminos
La mayoría de los caminos que se toman en la vida no llegan a ninguna parte. Cuando llegas a algún lado, lo que quiera que persigas ya no está. Lo único con sentido es vagar sin sentido y hemos hecho de estar perdidos nuestro propio camino. Nuestra casa no está en ninguna parte y no podemos dejar de pensar en nuestra casa.
JUEGOS
Una por una fueron cayendo
las piezas sobre el tablero y las hojas secas del otoño, como
desprendidas de un calendario desconocido, caen también o cayeron. Un viento
frío las va meciendo y salen una a una del paisaje, inadvertidas.
Volverán las oscuras golondrinas, la staggione dell'amore, la rosa que es todas las rosas, volverá a escampar después de la tormenta. Volverán, sí, pero quizás nosotros ya no estemos.
Nosotros somos los que tratamos de darles nombres a las cosas y apenas si sabemos algo de las cosas.
A mi vida siempre le falta, y cada vez quedan menos, una pieza.
El invierno ha llegado y en el fondo del túnel sólo se ve la luz de una luciérnaga.
Falta una pieza del puzzle y lentamente va desmayándose el rey sobre el tablero. Una mano lo empuja y no es la mía.
Puzzle. Ajedrez. Juegos. Vida.
sábado, 16 de noviembre de 2013
Estación de tren
Deshicimos el rastro de ropa que habíamos dejado
hasta la cama con melancolía y en silencio. Ese hilo discontinuo era lo
único que nos ataba a la realidad. Ya casi era la hora y el silencio dio
paso a una conversación que nunca tuvimos, hecha también de silencios.
Fuera, al verano se le iban abriendo lentamente las costuras mientras las primeras hojas del otoño, puntuales, se posaban como mariposas heridas a nuestros pies. Caminamos sobre ellas.
El amor debería ser una larga despedida en un andén, al lado de un tren que no sale nunca.
Pero salió.
jueves, 14 de noviembre de 2013
Los vecinos
Este mundo se ha vuelto loco y la última prueba de ello es que a una pianista le piden siete años de prisión por contaminación acústica y daños, lo que sería una exageración (por muy mala que fuera tocando el piano) estando libre Ismael Serrano.
Ya tengo yo dicho que los vecinos son peores que los cuñados y esto es así en Puigcerdà y en Manhattan. Dios, en su omnipotente sabiduría, nos dio el libre albedrío pero se lo negó a Sonny Rollins y dispuso el mundo de tal manera que todos los acontecimientos ocurridos en el pasado desembocasen en que este señor se metiese un saxofón en la boca, que es el morir.
Dios lo quiso pero sus vecinos no. En 1959, Sonny Rollins, esa puta fiera de la naturaleza, se veía obligado a salir cada día de su apartamento de Manhattan con el saxo debajo de un brazo y un tupper con dos sandwiches en la otra para tocar en el Williamsburg Bridge durante jornadas de quince y dieciséis horas. El álbum The bridge se lo debemos al Señor, el nombre del álbum al oído de madera de sus vecinos.
Sólo quien no ha tenido un vecino pianista (p'tit hommage) es ridículo. Yo también tuve en mi tiempo un vecino pianista, de quien mi pareja en esa época solía decir que era el hombre al que tenía que agradecer que conociese el color de su ropa interior pues añadía un toque de swing, un punto de romanticismo y altas dosis de complicidad a nuestros encuentros sexuales, que eran de naturaleza asalvajada y continua.
Yo mismo, en mi madurez, contribuyo de cuando en cuando al apaciguamiento de mis vecinos, ora aporreando un cajón ora agitando una pandereta, y encuentro un sincero agradecimiento en sus miradas. Sé que sus regulares protestas son una pose y que si algún enajenado me llevara a los tribunales no habría ningún juez que pudiese condenarme, máxime viviendo en un lugar donde los gaiteros campan a sus anchas con total impunidad.
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Be tetera, my friend
Parte de la plana mayor de los actores españoles parecen haber seguido el método Stanislavski en un curso de C.C.C. Sólo así se explican las caras de pena que pone Maribel Verdú en Quince años y un día para hacernos ver que está triste. Cuando en las Academias de arte dramático les expliquen que para ser una tetera no hace falta poner cara de tetera habremos progresado un poco. No hay nada que más me moleste de un actor que el que se empeñe en demostrarnos que está actuando en lugar de lo contrario y, en esto, los actores españoles han querido emular a la Selección Española y son campeones del mundo, de Europa, pichichis, bota de oro,sonrisa de plata, mirada de bronce y lágrima de platino.
Generalmente, alguien que está triste no está constantemente mirando al vacío con cara de pena, ni alguien que está melancólico se va a contar olas a la playa. Si la narración es buena (el guión de Gracia Querejeta y Antonio Mercero es un bodrio pretencioso) las emociones se desprenden directamente de la historia que se cuenta y no es necesario que nadie te diga lo que tienes que sentir.
Que Maribel Verdú salga haciendo mohines todo el rato es equiparable a que un regidor aparezca detrás de ella con un cartel en el que estuviese escrito "¡Está triste, empatizad, malditos!".
Buena parte de los directores, guionistas, actores y novelistas (los malos) pretenden dirigir nuestros sentimientos como si fuésemos tontos y, yo no sé para vosotros, pero a mí me parece un poco insultante. Cuando veo a Maribel Verdú poniendo cara triste durante media película no veo a su personaje: veo a Maribel Verdú intentando parecer triste, dándome gato por liebre.
Una vez, después de una discusión con un amigo sobre el talento dramático de Nicholas Cage (yo creo que tiene el mismo talento que una lata de atún), me preguntó qué actor de su generación era mejor que él. Respondí que cualquier otro es mejor que él, que se podría escoger al azar. No le sirvió esa respuesta, por supuesto, pero lo cierto es que yo creo que los buenos actores son los que parece que no están actuando y por lo tanto pasan desapercibidos: no supe decirle ningún nombre y tomó el rábano por las hojas.
A la hora de escribir (no hay más que leer cualquier cosa de Lucía Etxebarría; también de Pérez Reverte) el dirigismo también es una práctica muy común. "-Oh- exclamó Laura sorprendida a Lucas cuando éste le preguntó si se hacía la depilación brasileña". La traducción podría ser la siguiente: "tú que estás leyendo, mula parda, le han hecho una pregunta a Laura cantidubi de acojonante y se ha sorprendido, lo cual nunca jamás podrías haber imaginado si no te lo hubiese escrito yo, que soy más listo que tú".
La buena literatura, como el buen cine, no dirige tus sentimientos sino que es la narración, la historia y la manera de contarla, la que hace que los tengas. Si escribes, sé honesto, ahórrate artificios innecesarios y no trates a quien te lee como si fueses mejor que él. Y si lo tuyo es la interpretación, recuerda: nunca pongas mirada de tetera, sé la tetera, be water, my friend.
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