lunes, 30 de diciembre de 2013

Alone together

He de confesar que yo, en mi vida, sólo le he sido fiel a la cerveza, al chocolate y al jazz. La gente que duerme poco, como es mi caso, agradece mucho el jazz, que parece una droga diseñada para noctámbulos, desordenados y gente de muchos matices en la personalidad. Y, además, el jazz es de mucho follar. Mucho, bien y con ganas. Porque escuchando jazz se folla como si el polvo fuese a durar para siempre, como si la noche fuese a durar para siempre y como si la música fuese a durar para siempre. Es una música que te acompaña amablemente a la puerta y te saca del tiempo y con la que, aunque estés acompañado, siempre estás a solas. Tiene algo de paso en el vacío, de magia oscura, de vértigo alegre.
    Posiblemente aún no te guste el jazz pero hay tantos tipos de jazz que es imposible que alguno no lo haga y, créeme, el algún momento verás como el jazz te pone todas las cartas boca arriba y te descubre todos los caminos posibles. Pero siempre es de noche. Y siempre son de ida. No esperes tren de vuelta: no lo hay

    Eso sí, los amantes del jazz siempre estamos solos pero juntos.

    sábado, 28 de diciembre de 2013

    Escribir


    A mí no me gusta escribir. Me gusta, en todo caso, haber escrito. La felicidad no es siempre la antesala de la felicidad, a veces es un felpudo tras una puerta trasera que se cierra dejándote a la intemperie. El placer de haber escrito dura poco, como un orgasmo masculino, que cuando llega ya se está yendo como me dijo un día un amigo. Haber escrito ni siquiera soporta la comparación con lo que se siente delante de una tarta de chocolate.
    Al amor de verdad se le conoce sobrio y se le despide borracho y nunca al revés.

    domingo, 15 de diciembre de 2013

    Hice una puerta para poder cerrar y abrir, como pupila o párpado, los mundos.

    Corre por ahí el rumor de que si abres y cierras tres veces el armario, aparecerá inmediatamente  la ropa que deseas ponerte. 

    Hace ya unos cuantos años,  José ángel Valente escribía

    ┐Dalet
    Tejí la oscura guirnalda de las letras:
    hice una puerta para poder cerrar y abrir,
    como pupila o párpado, los mundos.


    La constante, en la vida rutinaria o en la literatura, es la sensación de pérdida y una búsqueda que una el mundo en el que no sabemos lo que somos al mundo en el que estamos destinados a existir.

    También Arquímedes dejó escrito hace más de un par de fines de semana: Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo. Podría haber dejado escrito: o no me des ningún punto de apoyo y dame pastillas para el mareo.

    He abierto y cerrado los armarios de abedúl, las pupilas del amor y los párpados de las letras las veces suficientes como para descreer ese tipo de superstición  y, así, he terminado por adoptar la frase con la que doy la bienvenida en la biografía de mi tuiter: "Desde ningún sitio a toda prisa hacia ninguna parte". 

    Vivir es una huída hacia adelante, un andar a tientas en la  vida, así que si alguien me ve pestañeando extrañamente delante del espejo no es para saber quién soy y si abro y cierro tres veces la puerta del armario, tenedlo claro: no es por superstición, es por costumbre.



    lunes, 9 de diciembre de 2013

    Todos los Benjamines Prado Benjamín Prado

    "Je m'appelle Erik Satie, comme tout le monde", Erik Satie



    Tal vez en unos años alguna eminencia en farmacología escriba unos apéndices al prospecto del Frenadol y eso lo explique todo pero esta mañana, cuando he entrado en mi tuiter,  no me ha pasado desapercibida una cosa: el alto número de personas que se parecen a Benjamín Prado.

    La mayor parte de las recomendaciones que me hace tuiter, salvando la de Antón Losada, son de personas que se parecen a Benjamín Prado. Tanto se parece todo el mundo a Benjamín Prado que hasta Antón Losada se está empezando a parecer a Benjamín Prado.

    Es un hecho que cada poeta es, a su vez, muchos poetas y así Benjamín Prado esconde dentro de sí muchos Benjamines Prados pero creo que algo ha pasado y ya hay más Benjamines Prado fuera de Benjamín Prado que dentro. Es como si el propio Benjamín Prado fuese un dique para contener a los Benjamines Prado que no cupiesen en Benjamín Prado y ese dique se hubiese roto y de repente todo se hubiese inundado de Benjamín Prado.

    Sucede algunas veces que los hechos están ahí y sólo te das cuenta cuando están todas las cartas (todas las caras) dadas. Ahora mismo acabo de comprobar que, efectivamente, debajo de mi cara de sorpresa, también yo tengo la cara de Benjamín Prado, como todo el mundo.

    sábado, 30 de noviembre de 2013

    Metaliteratura

    La meditación trata de ponerte un paso por detrás de los pensamientos y la verdadera literatura un paso por detrás de las palabras. La palabra es, a la vez, un medio y un obstáculo.

    domingo, 24 de noviembre de 2013

    Caminos


    La mayoría de los caminos que se toman en la vida no llegan a ninguna parte. Cuando llegas a algún lado, lo que quiera que persigas ya no está. Lo único con sentido es vagar sin sentido y hemos hecho de estar perdidos nuestro propio camino. Nuestra casa no está en ninguna parte y no podemos dejar de pensar en nuestra casa.

    JUEGOS


    Una por una fueron cayendo las piezas sobre el tablero y las hojas secas del otoño, como desprendidas de un calendario desconocido, caen también o cayeron.  Un viento frío las va meciendo y salen una a una del paisaje, inadvertidas. 

    Volverán las oscuras golondrinas, la staggione dell'amore, la rosa que es todas las rosas, volverá a escampar después de la tormenta. Volverán, sí, pero quizás nosotros ya no estemos.

    Nosotros somos los que tratamos de darles nombres a las cosas y apenas si sabemos algo de las cosas.

    A mi vida siempre le falta, y cada vez quedan menos, una pieza.

    El invierno ha llegado y en el fondo del túnel sólo se ve la luz de una luciérnaga.

    Falta una pieza del puzzle y lentamente va desmayándose el rey sobre el tablero. Una mano lo empuja y no es la mía. 

    Puzzle. Ajedrez. Juegos. Vida.

    sábado, 16 de noviembre de 2013

    Estación de tren

    Deshicimos el rastro de ropa que habíamos dejado hasta la cama con melancolía y en silencio. Ese hilo discontinuo era lo único que nos ataba a la realidad. Ya casi era la hora y el silencio dio paso a una conversación que nunca tuvimos, hecha también de silencios.

    Fuera, al verano se le iban abriendo lentamente las costuras mientras las primeras hojas del otoño, puntuales, se posaban como mariposas heridas a nuestros pies. Caminamos sobre ellas.

    El amor debería  ser una larga despedida en un andén, al lado de un tren que no sale nunca. 

    Pero salió.

    jueves, 14 de noviembre de 2013

    Los vecinos


    Este mundo se ha vuelto loco y la última prueba de ello es que a una pianista le piden siete años de prisión por contaminación acústica y daños, lo que sería una exageración (por muy mala que fuera tocando el piano) estando libre Ismael Serrano.

    Ya tengo yo dicho que los vecinos son peores que los cuñados y esto es así en  Puigcerdà y en Manhattan. Dios, en su omnipotente sabiduría, nos dio el libre albedrío pero se lo negó a Sonny Rollins y dispuso el mundo de tal manera que todos los acontecimientos ocurridos en el pasado desembocasen en que este señor se metiese un saxofón en la boca, que es el morir.

    Dios lo quiso pero sus vecinos no. En 1959, Sonny Rollins, esa puta fiera de la naturaleza, se veía obligado a salir cada día de su apartamento de Manhattan con el saxo debajo de un brazo y un tupper con dos sandwiches en la otra para tocar en el Williamsburg Bridge durante jornadas de quince y dieciséis horas. El álbum The bridge se lo debemos al Señor, el nombre del álbum al oído de madera de sus vecinos.

    Sólo quien no ha tenido un vecino pianista (p'tit hommage) es ridículo. Yo también tuve en mi tiempo un vecino pianista, de quien mi pareja en esa época  solía decir que era el hombre al que tenía que agradecer que conociese el color de su ropa interior pues añadía un toque de swing, un punto de romanticismo y altas dosis de complicidad a nuestros encuentros sexuales, que eran de naturaleza asalvajada y continua.

    Yo mismo, en mi madurez, contribuyo de cuando en cuando al apaciguamiento de mis vecinos, ora aporreando un cajón ora agitando una pandereta, y encuentro un sincero agradecimiento en sus miradas. Sé que sus regulares protestas son una pose y que si algún enajenado me llevara a los tribunales no habría ningún juez que pudiese condenarme, máxime viviendo en un lugar donde los gaiteros campan a sus anchas con total impunidad.

    miércoles, 13 de noviembre de 2013

    Be tetera, my friend


    Parte de la plana mayor de los actores españoles parecen haber seguido el método Stanislavski en un curso de C.C.C. Sólo así se explican las caras de pena que pone Maribel Verdú en Quince años y un día para hacernos ver que está triste. Cuando en las Academias de arte dramático les expliquen que para ser una tetera no hace falta poner cara de tetera habremos progresado un poco. No hay nada que más me moleste de un actor que el que se empeñe en demostrarnos que está actuando en lugar de lo contrario y, en esto, los actores españoles han querido emular a la Selección Española y son campeones del mundo, de Europa, pichichis, bota de oro,sonrisa de plata, mirada de bronce y lágrima de platino.

    Generalmente, alguien que está triste no está constantemente mirando al vacío con cara de pena, ni alguien que está melancólico se va a contar olas a la playa. Si la narración es buena (el guión de Gracia Querejeta y Antonio Mercero es un bodrio pretencioso) las emociones se desprenden directamente de la historia que se cuenta y no es necesario que nadie te diga lo que tienes que sentir. 

    Que Maribel Verdú salga haciendo mohines todo el rato es equiparable a que un regidor aparezca detrás de ella con un cartel en el que estuviese escrito "¡Está triste, empatizad, malditos!".

    Buena parte de los directores, guionistas, actores y novelistas (los malos) pretenden dirigir nuestros sentimientos como si fuésemos tontos y, yo no sé para vosotros, pero a mí me parece un poco insultante. Cuando veo a Maribel Verdú poniendo cara triste durante media película no veo a su personaje: veo a Maribel Verdú intentando parecer triste, dándome gato por liebre. 

    Una vez, después de una discusión con un amigo sobre el talento dramático de Nicholas Cage (yo creo que tiene el mismo talento que una lata de atún), me preguntó qué actor de su generación era mejor que él. Respondí que cualquier otro es mejor que él, que se podría escoger al azar. No le sirvió esa respuesta, por supuesto, pero lo cierto es que yo creo que los buenos actores son los que parece que no están actuando y por lo tanto pasan desapercibidos: no supe decirle ningún nombre y tomó el rábano por las hojas.

    A la hora de escribir (no hay más que leer cualquier cosa de Lucía Etxebarría; también de Pérez Reverte) el dirigismo también es una práctica muy común. "-Oh- exclamó Laura sorprendida a Lucas cuando éste le preguntó si se hacía la depilación brasileña". La traducción podría ser la siguiente: "tú que estás leyendo, mula parda, le han hecho una pregunta a Laura cantidubi de acojonante y se ha sorprendido, lo cual nunca jamás podrías haber imaginado si no te lo hubiese escrito yo, que soy más listo que tú".

    La buena literatura, como el buen cine, no dirige tus sentimientos sino que es la narración, la historia y la manera de contarla, la que hace que los tengas. Si escribes, sé honesto, ahórrate artificios innecesarios y no trates a quien te lee como si fueses mejor que él. Y si lo tuyo es la interpretación, recuerda: nunca pongas mirada de tetera, sé la tetera, be water, my friend.







    domingo, 13 de octubre de 2013

    Albert Boadella (2006) EN MI CASA HEMOS DECIDIDO QUE SOMOS UNA NACIÓN.



    Bien, he hecho una encuesta en mi casa, el resultado es el siguiente:

    Tanto por ciento de la población encuestada....................100%
    Hablan la misma lengua.......................................................5
    Tienen la misma cultura.......................................................5
    Viven en el mismo territorio (los lindes de mi casa).................5

    Después de observar el resultado, creo que somos una nación, por lo tanto tenemos derecho, como mínimo, a un nuevo Estatuto. Hemos empezado su redacción, nos hemos puesto de acuerdo, tenemos el 100% de los votos a favor de él. Pasado mañana, voy a ir a entregárselo, al Sr. Benach y espero que nose recorte ni reforme nada, porque me respalda el 100% de la población de mi territorio, y se podría liar una guerra civil.

    Entre otras cosas, pedimos que no se vaya tanto dinero de mis impuestos fuera de la valla de mi casa, porque entonces, no puedo comprarme el mercedes rojo que me gusta, tampoco puedo comprarle a mi hijo la moto, que lleva tanto tiempo pidiéndome.

    ¡Ah! he encargado a mi hija que si viene alguien a casa y habla otro idioma distinto al nuestro, que lo apunte, que le pediremos que pague una multa por herir nuestros sentimientos. Se me olvidaba, cuando esto era un descampado, mi tatarabuelo, de paso hacia Francia, se sentó debajo de un árbol que había en la que ahora escasa de mi vecino a descansar, es por eso que también reivindico, en este nuestro nuevo Estatuto, una parte de su jardín como mío, aunque él se opone, pero yo le tiro la pelota a su jardín y le mando al pequeño, para dejar constancia que seguimos pisando su suelo. En fin no quiero cargaros más con nuestros problemas. ¿Creéis que tengo posibilidad de que se apruebe, sin retoques en el Parlament?

    jueves, 5 de septiembre de 2013


    ... Mientras tanto siento que fuera cae una tormenta y que las gruesas gotas de lluvia van limpiando de las calles lo poco de verano que queda tirado por el suelo. Y que ya son las doce, las putas doce.

    martes, 20 de agosto de 2013


    Porque cuando me despierto del sueño comienzo la pesadilla intento permanecer más tiempo a tu lado, cuerpo inútil, centón humano, hecho de mujeres del pasado, de parecidos y contrastes, al que intento tocar mientras mi mano es mordida por el tiempo, que es todo el tiempo en estos segundos apenas que han pasado.

    Todo este amor que me sobra, ¿ en qué parte de su ausencia se lo poso?

    jueves, 15 de agosto de 2013

    Llanes, 1987

    No hace falta que alguien venga a convencerme de su existencia porque yo sé mejor que nadie que el paraíso existe y que se encuentra en la playa de Sorraos, concretamente en los veranos de finales de los ochenta. El paraíso tiene su espacio pero sobre todo tiene su tiempo.

    Recuerdo la primera vez que fui a la finca de mis tíos a Barro, en Llanes, y a mi tía llevándome a conocer al hijo de una amiga suya, que era de mi edad. Cuando alguien de tu familia te lleva de la mano a conocer a otra persona sabes que nada puede salir mal. (Yo creo que mi vida sentimental es tan desastrosa porque me han dejado decidir a mí y escoger pareja es una decisión demasiado importante como para que me permitan tomarla a mí solo).

    Cuando tienes diez años y es verano no tienes más horizonte que el que se pierde en el mar y cuando te encuentras con verdaderos amigos la vida se convierte en algo simple: ser feliz es inevitable. Si sale el sol, vas a la playa casi todo el día. Si no sale, te reunes en un banco. La ocupación principal consiste en hablar de todo, de nada, de cosas y en los tiempos libres andar en bicicleta.

    Lo primero que recuerdo de ella fue verla asomar la sonrisa por debajo de la puerta antes de saber que pertenecía a mi nuevo grupo de amigos. Enseguida me sorprendí reconocíendo su manera de caminar, a lo lejos y entre la multitud, en la playa de Barro, a la que se une la playa de Sorraos cuando la marea baja.

    A finales de los ochenta, la felicidad estaba cifrada en la sonrisa de Marta Tañón y yo, definitivamente, sabía leerla.

    A ella acabo de verla por azar en una foto de facebook, veinticinco años después, y no la reconozco. En estos momentos estoy mirando en el espejo a un señor que dice ser yo, veinticinco años después, y no sé quién es. La próxima semana iré a la playa de Sorraos; ya no estará allí. Han desaparecido el móvil y los testigos y ha sido adulterada la escena del crimen. El tiempo es más tenaz y, como siempre, se ha salido con la suya.

    martes, 6 de agosto de 2013

    Me han cambiado el paso



    Tengo una sensación extraña cuando pienso en mi vida: la de que siempre llego tarde cuando algo importante podría haberme sucedido y que siempre me voy cinco minutos antes de que me vuelva a suceder. De hecho, aún me sorprende encontrar aparcamiento alguna vez.

    Me da la impresión de ir siempre detrás de mí, persiguiéndome, como si se me hubiese retrasado el reloj. Hasta en mis pesadillas aparezco caminando sin parar desde ningún sitio a toda prisa hacia ninguna parte. 

    Con esta falta de sincronía con mi vida, al final me sucede con la felicidad lo que al protagonista de los tangos con las mujeres: que siempre se van con otro. Eso sí, nunca faltará gente que dirá que la felicidad se encuentra en disfrutar de los placeres pequeños. Yo los escucho como si acabase de bajar de una máquina del tiempo un vendedor de crecepelo a cantarnos las virtudes de la homeopatía psicológica.

    La gente que te anima a disfrutar de los pequeños placeres de la vida es porque ya se ha saciado con los grandes o porque está frustrada por no poder alcanzarlos. Lo de los placeres pequeños es como lo de los que hablan del dinero y dicen que no da la felicidad, que nunca son pobres.

    A mí que me den  los placeres como los chuletones, grandes, y la vida en su punto y a su hora.

    domingo, 4 de agosto de 2013

    Playas, qué lugares

    Me gusta la playa de Salinas porque es como "el bar de los colegas" de cuando tenías entre 15 y 20 años, que no hacía falta llamar a nadie porque alguien habría y así, cada verano, cuando me siento flamenco, allá que me voy y me tiro duna abajo por la zona del Espartal, doy cuatro pasos y empiezo a hacer el suricato y a mover el cuello de un lado para otro hasta que en algún lado se agita una mano. En el peor de los casos no encuentro a nadie en ese momento porque se están bañando o paseando o andan tomando el sol picha arriba sin mirar a la gente que llega, que es de una falta de educación insufrible, pero a los amigos y a la familia se les quiere con sus defectos y, a veces, como a las novias: por sus defectos.

    En la playa de Salinas se pueden hacer varias cosas: la primera de ellas es juntar cosas para decir sobre las guapas que están echadas tomando el sol en los alrededores para cuando las parejas se despisten o no estén lo suficientemente cerca para oírlas. 

    La segunda es bañarte, que tiene su aquel, porque en el agua del Cantábrico metes un pie y se te congela el bigote. A esa característica se le añade el hecho del oleaje, que es un ver pasar, o un sufrir, una ola detrás de otra como si estuvieran viniendo hordas de vándalos y alanos con un hacha helada en mano.

    La siguiente es levantar el pescuezo y opinar sobre la gente que pasa, con el análisis técnico y el funcional, como se hace en la Bolsa y ríete tú de Risto Mejide si es una mujer la que habla o de José Luis Vázquez si lo hace un hombre.

    Luego está lo de pasear, que es exponerse a los ojos ajenos que me temo que ya ni miran. Antes llegabas a la playa y te arrancabas la ropa a toda velocidad y de ahí salía un cuerpo acorde a las tablas médicas y todo estaba tenso y en su sitio y la piel te brillaba como si te acabase de pulir y lustrar un limpiabotas de los de antes. Y, claro, salías a toda velocidad a pasear playa arriba y playa abajo. Luego un un día la vida se pone a correr detrás de ti agitando un montón de papeles que al final resulta que son las  facturas que dejaste sin pagar de joven y por mucho que corras siempre te acaba alcanzando y todo se empieza a joder. 

    Llevo una parte importante de la playa de Salinas en el corazón y hoy me he traído otra aún más grande en la mochila. Tanta , me digo a mí mismo mientras extiendo medio Espartal sobre las baldosas de mi servicio, que me sorprende que aún haya playa a donde ir mañana.


    miércoles, 24 de julio de 2013

    Hay días en los que uno querría despertarse y que todo hubiese sido un sueño, como en Los Serrano. Y es que hay vidas que lo único que tienen en común con otras vidas es el nombre, de la misma manera que Los Serrano se dice que son la misma cosa que Los Soprano y se parecen lo mismo que Pitingo a Carlomagno.

    Hay días en que uno se despierta y sucede todo lo contrario, que lo que soñó realmente es la vida y la vida es, de hecho, una pesadilla, como si el guionista de Los Serrano se hubiese fumado un canuto, estuviese en plena maratón de Pesadilla en Elm Street y ya no se acordase de su nombre.

    Lo del despertarse y que todo haya sido un sueño es un mal recurso narrativo en la ficción porque sorprende lo mismo que el que nos digan que los padres son los reyes pero sería un excelente recurso en la vida real, una salida que en realidad sería más bien una entrada y un coger impulso porque lo que sí es seguro es que al final lo que te espera no es otro despertar y darte cuenta de que todo ha sido un sueño como en Los Serrano sino el fundido a negro de Los Soprano y necesitamos justificar de algún modo , como ellos, un mal final con al menos ocho temporadas excelentes. (Los Soprano, por cierto, esos sí que son los putos reyes y no los padres).

    martes, 23 de julio de 2013


    Pocas cosas hay tan desagradables como ver a un señor ya entrado en años echar mano a un manojo de hojas y  leer un discurso, lo cual denota falta de preparación y de respeto con un público que, por el contrario, se esforzará en dormir en silencio y educadamente hasta que le toque aplaudir, justo al final del último tosido.

    Todo hombre, leyendo un discurso, sufre una regresión a la misa de domingo y tropieza constantemente con los versículos del Evangelio según Mateo. Yo he visto a algunos seguir el renglón con el dedo y lo único que faltaba era ver a la seño detrás corregir de cuando en cuando la lectura. 

    La única persona que leyó correctamente los discursos(y con los papeles disimulados entre el mobiliario)  fue Nabokov pero yo estoy convencido de que era porque también escribía y leía en alto sus novelas, si no de qué iba a escribir Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.

    En realidad, la mayoría de la gente conoce sus discursos a medida que los va leyendo. A mí no me sorprendería escuchar a algún político decir "señorías, en relación con el proyecto de ley agropecuario quería referir al respecto que me cago en tu puta madr... ejem, disculpen (movida de papeles)". 

    A la gente le escriben sus propios discursos y se van enterando de lo que piensan sobre las cosas a medida que los leen; es como si les escribiesen su propia vida y tuvieran que mirar en un papel para saber qué es lo que quieren ser. 

    Los discursos, en realidad, sólo tenían que existir en las películas americanas color pastel con moralina de fondo, esas en los que el protagonista lee dos párrafos, titubea, alza la frente, mira al tendido y finalmente dobla todo, se lo enjareta en el bolsillo y se larga cualquier tontería como "que no te roben los sueños".

    miércoles, 17 de julio de 2013


    Dar un paso atrás, observarla mientras hace cualquier cosa y decir en voz baja "qué suerte tienes, cacho cabrón". El primer síntoma del amor, y el más importante, es la admiración.

    domingo, 14 de julio de 2013


    Escribo porque no tengo mujer ni hijos ni perro que me ladre y la última planta que tuve fue un cactus (y lo maté) ni tengo memoria ni vergüenza y soy tan pobre que sólo tengo imaginación y qué otra cosa puedo dar.

    Escribo porque espero, o mientras espero, porque te espero y porque sabes que te espero y he decidido que estoy cansado de intentar llenar tu ausencia con toneladas de vacío.

    Escribo con el convencimiento de que un día derribarás la puerta de mi casa de una patada, a lo Chuck Norris, llevando en la mano una caja de herramienta llena de sonrisas y que te alejarás dos pasos de mi vida para verla en perspectiva, con los brazos en jarras y bufando, justo antes de decir que esto es un desastre, que a saber quién ha hecho las reparaciones, que hay mucha tarea que hacer y que mejor ponerse manos a la obra.

    Escribo para ti, pensando en ti y, escriba lo que escriba, escribo también sobre ti.

    Escribo porque ya no sé dónde poner todos los momentos de complicidad que no hemos tenido.

    viernes, 12 de julio de 2013


    Sé que mañana sábado, a eso de las indeterminadas horas de la madrugada, estaré sentado en algún portal, con las manos sujetando los cuernos que no tengo y mirando a ratos al horizonte, presintiendo el futuro que me espera, a ratos el suelo, intentando encontrar la brújula que perdí en algún momento de mi vida. 

    Los sábados son así: prometen pero no cumplen. Y ni siquiera todos: no hay nada más triste que salir un sábado que no promete, en el que saltas a la noche a jugar al empate y a perder tiempo, que en lugar de darte por vencido sujetándote la cabeza lo que realmente te apetece es agarrarte la espinilla y rodar un rato por el suelo pidiendo que expulsen a alguien (a quien sea, aunque sea de tu equipo)

    La felicidad, como la fiesta, siempre está en otro lado, como en las noches de fin de año.

    El problema se da al tener la sensación de vivir una vida que no te pertenece, una vida que se equivocó de camino en algún punto, así que a veces me descubro inventándome otra vida paralela y verosímil. Yo creo que en esto tiene que ver que mis hermanos son mucho mayores que yo y queme crié como un niño único pero, debido a su presencia intermitente y lejana, no tuve yo ocasión de inventarme amigos imaginarios, algo mucho más común, incluso preceptivo, para los hijos únicos de cuna, no de los sobrevenidos como yo. 

    Dicho esto, yo siempre sentí la falta de un amigo o hermano imaginario, como un gemelo muerto antes de nacer y mucho más listo que yo, que tuviera las claves para responder a la mayoría de mis preguntas e intento compensar esa falta inventándome hijos imaginarios con mujeres conocidas en pasados rectificados y me imagino a mi mujer sonriendo y a mí no siendo tan desordenado y a mi hijo creciendo, saliendo vencedor en noches que cumplan, en las que la fiesta y su vida no sean las de otros.

    miércoles, 27 de marzo de 2013

    Arcadi Espada

    09 mayo 2007

    Arcadi Espada

    Jamás se me habría ocurrido querellarme contra Rubianes, entre otras cosas para evitar las posturitas de un juez del estilo de las que describe el auto que exculpa al cómico. Ahora bien: El Mundo tiene razón en su crítica a ese auto, en especial cuando distingue entre lo que dijo Rubianes por televisión (Puta España!) y lo que al parece le dijo a la señora magistrada (Puta Paña!). En el último párrafo del editorial el periódico se pregunta: "¿Hubiera fallado en el mismo sentido si alguien hubiera dicho de Cataluña en otra televisión lo mismo que Rubianes dijo de "la puta España?" La hipótesis merece completarse. Porque lo verdaderamente significativo es que los problemas habrían existido aunque alguien se hubiera referido explícitamente a la "puta Cataluña nacionalista". Nadie habría distinguido entre esa Cataluña y cualquier otra Cataluña. Como por cierto no distinguió ni distingue ni distinguirán los rubianes en relación a España, siempre una, siempre grande y siempre puta.